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jueves, 23 de mayo de 2019

Armando Vega-Gil - Armando Vega-Gil y su ukulele loco

Artista: Armando Vega-Gil
Álbum: Armando Vega-Gil y su ukulele loco
Año: 2014
Género: Infantil
País: México
Fuente de análisis: CD original (2014), Fonarte Latino [CDDP-1630]

Lista de canciones:

 1. Ukelele loco
 2. La danza de la lluvia
 3. Una noche de catarro y pesadillas
 4. El vals del fantasma futbolista
 5. Un marciano y un cienpiés
 6. Se armó la fiesta de muertos
 7. Ráscame
 8. Pastel de lodo
 9. Samba de un macaco y un cochino
10. Los personajes de esta canción
11. París, Dominica y su abuela
12. Cumpleaños en la marisquería [bonus track]


Sobre el disco (por Humberto Ríos Navarrete de periódico Milenio):

Es el bajista de uno de los grupos de rock más populares e inconfundibles de México, surgido en 1982, con Sergio Arau, El Uyuyuy, y Paco Barrios, El Mastuerzo, como compañeros de ruta, cuyo trayecto ha tenido altibajos, sin perder su esencia: mezclar la música popular mexicana con el rock. Es Armando Vega-Gil, El Cucurrucucú, de Botellita de Jerez, cineasta, compositor, humorista, guionista, escritor, ensayista y poeta, quien avanza en la escritura de temas infantiles, sobre todo ahora, inspirado en su pequeño Andrés y acompañado de un instrumento musical que bautizó como El Ukulele Loco. 

El también antropólogo es autor —además de novelas, cuentos, poesía y una vasta obra audiovisual— de siete libros para niños. “Mi carrera empieza como escritor para niños”, dice este chilango, de 60 años, de canosa mata y verbo juvenil, en su departamento de la colonia Narvarte, donde germina su obra. 

Se cuelga el ukulele y, entusiasmado, rasga las cuerdas; luego, deja de tocar, pues habla de un poeta y narrador que admira: “Yo fui, lo digo con mucho orgullo, discípulo de Francisco Hinojosa, Pancho Hinojosa, mi más querido y más famoso de los escritores para niños; él escribió La peor señora del mundo…” 

Una de las canciones que compuso, hace ocho años, se llamó “Cumpleaños en la marisquería”, “pero no amarraba”, recuerda, y, a pesar de todo, siguió escribiendo para niños, acompañado de la guitarra. 

—¿Y luego? 

—Y de repente —añade y deja de rasgar el ukulele, y abre más los ojos, como si retrocediera en el tiempo— aparece en mi vida el milagro más chido que he tenido, que he vivido, que es mi hijo Andrés, y como que se me cambia todo, incluso la visión, bueno, no, un poco, mucho, la visión de mis escritos para chamacos, ya cuando tenía él como un año y medio y empezó a jugar. 

Fue después que vio a su hijo jugar con una vihuela michoacana que tenía en su casa, muy similar a las guitarras de mariachis, pero le resultaba incómoda, debido a la pancita del instrumento, y se prometió: “Voy a comprarle una guitarrita que sí suene, que suene en serio, y le compré su ukulele a Andrés, justo en el momento en que los niños cambian de interés, y me quedé con el ukulele”. 

—Y ahí empezó todo. 

—Empecé a jugar con él y descubrí unas posibilidades armónicas increíbles con el ukulele, y que también se me abre una puerta de una conexión emocional con mi pasado: yo tenía un grupo de música folklórica y tocábamos instrumentos muy parecidos, como la vihuela michoacana, la jarana veracruzana, el cuatro venezolano, el charango boliviano. Entonces hubo una serie de encuentros emocionales muy fuertes; y me salió una cosa, así, muy apasionada, hasta que, finalmente, fue tanta la chamba que terminó haciéndose en un disco que se llama Ukulele loco. 
*** 
Los recuerdos se acumulan en la mente del bajista de Botellita de Jerez, quien comenta que el siguiente paso fue hacer una antología de canciones y un espectáculo para niños denominado Armando Vega Gil y su Ukulele Loco. 

“Tengo un libro que hice con Trino”, recuerda, “es un libro que amo, porque, bueno, trabajar con Trino fue una experiencia increíble, y este libro lo ilustró él, y cuando lo presentamos, un chavo apareció por ahí con una jarana, de estos cuentacuentos, y dije, ‘ahí está la onda’, y empecé como a hacer muchos descubrimientos; de repente, ya teníamos un disco con algunos libros”. 

Otro antecedente es que un día, cuando presentaban un espectáculo en Aguascalientes, llegó el director del Instituto Municipal de Arte y Cultura de esa ciudad, quien “se emocionó” al atestiguar “una tocada en vivo con un proyecto que se llama Mula de Blancas; entonces Pablo Zeta, que ilustró este libro, hizo como un dummy de la letra de la canción de “Un marciano y Un ciempiés”, y pues ahí pasamos en un video y el director dijo ‘yo quiero ese proyecto’; nosotros apenas estábamos buscando editorial…” 

—Y allí nace… 

—Nos gustó mucho y se hace un proyecto de fomento a la lectura y de atención a menores en situación de alto riesgo, en zonas deprimidas en Aguascalientes, y editan este libro, que viene acompañado por el disco; también se edita este nuevo que se llama Pastel de Lodo. Estoy sorprendido porque el proyecto nace con una súper estrella. Lo vamos a presentar el 21 de junio en el Lunario del Auditorio Nacional. 
*** 
—¿Y cuál es la intención? 

—El experimento directo es con mi hijo Andrés, que ya conoce la canción de “Un Marciano y Un Ciempiés”, pues se la he puesto varias veces; cuando llegué con el libro, le dije, ‘mira Andrés’, entonces lo empieza a abrir y a jugar a que lee… Es un proyecto de 360 grados que tiene que ver con el fomento a la lectura; un proyecto estético, artístico. 

—¿Qué más quisieras con este proyecto de libros para niños? 

—Digamos que este ukulele, neto, ha sido como una puerta sorprendente que me encontré en el camino, al lado de mi proyecto de Botellita de Jerez; no dejo Botellita de Jerez —aclara enseguida—, estamos haciendo un nuevo disco, yo creo que saldrá en un par de meses. 

—Mientras tanto tú sigues esta actividad paralela. 

—Sí, escribo para niños pero también escribo para adultos; ahora en octubre se publica una novela que hice a seis manos con una periodista de la ciudad de Los Ángeles, California, que se llama Eileen Truax, y con Beatriz Rivas, que tiene una carrera larga como novelista; aunque yo había decidido ya no escribir para adultos porque me gusta más el mundo de la escritura para niños, mil veces más. 

—¿Cuál sería la trascendencia de estos libros para niños? 

—Un poco formar públicos lectores, ¿no?, es como también una cosa que a mí me tiene como muy concentrado, es hacer libros lúdicos para niños, para que empiecen con el hábito de la lectura en casa, con sus papás. 

—¿Tienes esperanza en que persista el libro en papel? 

—El libro en papel va a convivir con el libro electrónico. 

—¿Cuál crees que sea el futuro de tu proyecto? 

—Pues seguir haciendo discos que tengan video, que tengan libro y sostenerlos con presentaciones en vivo; no sé, algo más podría pasar, que este proyecto, que es municipal, se vuelva nacional, ¿no?, o que en otros estados se animen con esto que tiene que ver con el fomento a la lectura… En su departamento de la colonia Narvarte, mientras tanto, el bajista de Botellita de Jerez, siempre vehemente, acompaña las palabras con el roce de su Ukulele Loco, como hacen aquellos decimeros de la Cuenca del Papaloapan. 

*https://www.milenio.com/opinion/humberto-rios-navarrete/cronicas-urbanas/el-ukulele-loco-del-cucurrucucu

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