Flor de Metal - Ciudad Azul

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Artista: Flor de Metal
Álbum: Ciudad Azul
Año: 1990
Género: Rock
País: México
Fuente de análisis: LP original (1990), Discos Pueblo [DPJ-1103] + CD reedición (año desconocido), Discos Pueblo [CDDP1103]

Lista de canciones:

LADO A

1. Hotel
2. Ganas
3. Fantasía erótica
4. Puertos
5. Arráncate la piel

LADO B

6. Ya vez cómo estoy
7. A media luz
8. Reputación
9. Ciudad Azul


Flor De Metal:
Norma López Fernández - batería y coros
Gabriela García Rivas - Teclados y voz
Sibila de Villa Azarcoya - Saxofón soprano y coros


Sobre el disco:

Banda que desde el nombre plantea su esencia, lo efímero de una flor con la posibilidad de convertirse en fruto y semilla y lo permanente del metal. Sibila y Gabriela se conocieron en la playa de Manzanillo, Colima, a principios de los 80’s, Gabriela (Gabo) tocaba el charango y el cuatro e interpretaba música latinoamericana, alumna de los folkloristas. Sibila estudió flauta en la Escuela Superior de Música, estaba fascinada por Jethro Tull y asistir a los conciertos de Chac Mool en la Carpa Geodésica.

Gabo - En 1984 me invitaron a tocar a un festival del PSUM en el palacio de los deportes. Me presenté con Angélica, una amiga que cantaba y tocaba las claves. Durante dos años tocamos como dueto en universidades y teatros. Cuando estudiaba en el CIEM conocí a la violinista Marcela Garza. A fines de 1985, ella se integró a nuestro dueto y formamos Flor de Metal. El nombre lo tomamos del poema que escribió nuestro amigo Vladimiro Patiño, decía: “Triste ciudad, Flor de metal”. Nos presentamos en El hijo del cuervo, la UNAM y “La casa de la nueva canción”. Desde un principio nos gustó la idea de hacer música entre mujeres. Nos agradaba la imagen y la manera de trabajar. 

(Al trío se les puede ver junto con Rockdrigo en la película “Un toke de Roc” de Sergio García)

En 1987, se integró Mariana Ferreiro al violín invitada por Marcela, quien se pasó al sintetizador. Ese mismo año Marcela se salió y yo me pase al sintetizador, después entró Sibila en la flauta. En la primera etapa era un sonido muy acústico: guitarra, flauta, voces, muy de canto nuevo. Grabamos un demo. En la segunda etapa había violín, sintetizador, voces, flauta y guitarra, En la tercera entraron Kitsia y Gabriela, teníamos arpa, bajo, dos sintetizadores, sax, guitarra, flauta, violín y percusiones. En la cuarta se integró Gabriela Luna en las percusiones por un año. Éramos una mezcla entre canto nuevo, rumba y jazz. Cuando se salió la percusionista entró Norma en la batería, que conocimos durante una entrevista en el canal 11, donde trabajaba. Cuando ella entró se cerró un ciclo y necesitábamos crear algo nuevo, esta fue la quinta y ultima etapa de Flor de Metal.

Las características de la música hecha por mujeres son diferentes porque el mundo se ve desde el otro lado. No somos sexistas, somos parte del rock, de la música y del arte. Es necesario quitarse la idea de mártires, “soy mujer y me ha costado trabajo serlo”. Es el mismo trabajo que a cualquier chavo. En México a cualquier chavo que se dedica no sólo al rock sino a las artes en general, le cuesta trabajo por las condiciones que existen en el país. Siempre nos preguntan que por que tenemos un grupo de chavas, yo contesto; pregunten a los hombres por que tienen un grupo sólo de hombres.

Al ver un grupo de mujeres rockeras, no faltaron los que quisieron hacer negocio. Los productores nos han dicho “Que bonito tocan, pero les vamos a cambiar el vestido; les ponemos una minifalda y sacamos el disco”. Nosotros no somos Flans, oye. 

Norma - Nuestras piezas las trabajamos con una entrega total. Existían ganas de crecer juntas y se aceptaban las ideas como en un taller de trabajo, y como las tres tenemos el mismo nivel de desarrollo musical, esta fue la razón de nuestra fusión En cada ensayo sacábamos nuestras rolas, las letras las hacia Sibila y Gabo y la música entre las tres.

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En 1990 se empeñaron en grabar un disco y el maestro de batería de Norma, Jorge González, las recomendó en Discos Pueblo. Aunque no las querían en un principio, finalmente aceptaron y ellas mismas produjeron su disco. El productor ejecutivo fue uno de los Folkloristas, Pepe Ávila. A partir de noviembre de 1990, en que salió “Ciudad Azul” el grupo creció muchísimo. Se vendieron alrededor de 6 000 fonogramas. "El disco es citadino, los temas de las canciones no eran tan abstractos, hablaban sobre sensaciones y percepciones, imágenes sueltas, que no necesariamente conformaban historias completas".

En su única producción, Gabriela García hizo de los nueve cortes una declaración alterna, propuesta desde el lado femenino. El álbum no se erige como una disquisición del porqué, sino como un alegato desinhibido, francamente cachondo. A quién no le gustaría que le dijeran así, sin ambages y de entrada: "Quiero hacer un movimiento lento/que sea muy bueno y enredar tu cuerpo/ y que me pueda morir de saber que estás aquí adentro". O: "Ya no aguanto más, ni una hora más sin ti/ frente al espejo pasas tanto tiempo/yo te veo/ te digo que te quiero/ ¿Cómo es eso?/ que yo, contigo, donde quieras quiero", con ese saxo envolvente, cargado de erotismo, y la batería que eleva la sensación a un plano irresistible…

…Pero, ¿a qué suena Flor de Metal? Una decisión apresurada designaría esta variedad como fusión; pero el termino por su amplitud, no aclararía nada y esta banda lo que menos poseía era indefinición y sí idea para enlazar los ritmos sin hacer de las composiciones una burda yuxtaposición de sonidos. Dueño de una dinámica interna con respiración propia, con giros en los momentos idóneos, el grupo echa mano de bossa nova, jazz, rock y reggae, ritmos que se esparcen sin tropiezo gracias al manejo que se hace de ellos en cada corte y cuyo secreto, a veces, es crear una atmósfera preparatoria como el piano melancólico de “Puertos”, la textura jazzística en “A media luz” el scat en “Ciudad azul” y la inmersión electrónica de “Ya ves como estoy”. Matices que se desarrollan bajo un aparente convencionalidad para que los contrapuntos y los cambios de tiempo de la batería suplan la ausencia de instrumentos como el bajo, mientras el sax hace las de líder y los teclados orquestan la sección armónica.

Pero, por fin, ¿A que suena Flor de Metal? A ciudad, a la confluencia de ruidos y sudores, a noche y día en amigable convivio. Cada nota es una forma de declarar amor a un ser que vive y se hace presente en el desviado y grisáceo rostro del Distrito Federal de principios de los noventa; una ciudad que encontró en este trío una forma de expresarse “Allá afuera recuperas fuerza/ y un latido normal/ en cualquier esquina puedes encontrar/ una locura en una noche oscura, y un acordarte del mar/ en un bar tropical, y aquí estamos viviendo de color azul”.

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Gabo - El no tener manager o productor nos complicó las cosas, éramos tres cabezas poniéndonos de acuerdo y era muy difícil porque cada una tenía su propio estilo. Había veces que no había entendimiento. Cada quien fue creciendo hacia diferentes caminos, hubo mala organización, poca ‘lana’ y poco respeto del público. Comencé a perder interés en el grupo porque las condiciones de trabajo eran leoninas.

A fines de 1991, tocaron en Berlín, Alemania; en la Casa de la Cultura del Mundo durante una exposición sobre las mujeres mexicanas.

Gabo -“ Al regreso del viaje nos decepcionamos, el movimiento rockero tenia cierta fuerza entonces, pero era desgastante. Decidimos parar el proyecto”

—Sentí que ya no era lo mismo de antes, dice Norma López (D.F., 1960) la baterista de “Las Flores”, como también se conocían. La composición había perdido su encanto desde que Gabo compró un teclado, el Korg M-1 con baterías increíbles Ella estaba fascinada con los ritmos y me decía que todo cambiaba, por lo que la manera de componer también en el trío; pero yo deseaba participar como antes en la composición con ellas y nunca nos pusimos de acuerdo.

El grupo se desintegró en 1992. Sibila se fue de gira con Astrid Hadad, se ganó una beca de la UNAM para estudiar en Francia, Participó como música invitada en el disco “Aquí” de Roberto González en 1989 y con la compositora Liliana Felipe en las producciones de 1991-1992. Norma se dedicó a tocar covers en bares, se casó y tuvo una hija. Gabo quería hacer a gusto las cosas, no tener ese espíritu de competencia con los otros grupos. "Tenía la necesidad de sobrevivir, de asistir a espectáculos, de ser una música digna. Busque apoyo como cantante solista a otro nivel. Quería ofrecer mis canciones, sin perder mi esencia".

Fue finalista del Festival de Valores Juveniles Bacardí de 1993. Grabó la canción “Déjame llorar” (letra de Gabo y música y arreglos de Tino Geisser, su productor) bajo el sobrenombre de Doralice, en el acoplado de dicho Concurso. 

- Textos extraídos de:

* Sirenas al ataque, Historia de las rockeras mexicanas - Tere Estrada

* Entrevista con Gabo.

* 100 discos esenciales del rock mexicano. Antes que nos olviden. Reseña de David Cortés.

* Reseña y entrevista de Roberto Ponce, Revista Proceso.

* Entrevista con Norma.

- Arte adicional:

Portada CD reedición, Discos Pueblo.