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jueves, 16 de mayo de 2019

Grupo Zumbón - Zumbón Grupo

Artista: Grupo Zumbón
Álbum: Zumbón Grupo
Año: 26-mayo-1981
Género: Folk rock, Teatro
País: México
Fuente de análisis: LP original (1981), Universidad Autónoma de Sinaloa [-]

Lista de canciones:

LADO A

 1. El porro
 2. La cena
 3. Los angelitos
 4. Un hombre corriendo


LADO B

 5. Los viejitos
 6. La gusana
 7. La danza del adiós
 8. Un tango
 9. La ensalada mixta


Comentarios:

Folk - Balada Pop - Rock y Revolución

TOMO II - CAPÍTULO 2: GRUPO ZUMBÓN 

Enrique Ballesté fundó en 1975 el grupo "Zumbón", en el seno de CLETA. Con "Zumbón", Ballesté logró conformar la propuesta más acabada de teatro de la calle de esa época. Por esa razón nos detendremos en dos de sus experiencias artísticas de teatro de la calle que nos muestran el desarrollo de su estética. Antes recordaremos que su primera puesta en escena se estrenó en el Foro Isabelino y fue Misterio bufo, una adaptación a la obra de Vladimir Maiakovski, y la volvió una tropicópera, cuando estaban de moda las rockóperas. Luego, en ese mismo año de 1975, se trasladan a Yucatán, fundamentalmente a zonas campesinas, con el objetivo de estudiar las condiciones para que en esa región se realizara el III Encuentro Nacional de Teatro. El evento se llevó a cabo en 1976, organizado en conjunto con las organizaciones populares de ese estado.

Durante su estancia en Mérida el grupo "Zumbón" logró la creación colectiva de La familia chumada, primera experiencia en la que nos detendremos, como producto del trabajo orgánico que realizó con los colonos. Éstos, a la llegada del grupo, estaban organizados en la Unión de Colonos Independientes, a raíz del asesinato del dirigente Sindical Efraín Calderón Lara. Luchaban por la regularización de sus predios habitacionales, manejados por la Coret (Comisión Regularizadora de Terrenos, creada por decreto presidencial) y que les exigía el pago inmediato de sumas que iban de entre 20 mil y 30 mil pesos por lote. La mayoría de los pobladores eran desempleados, organizados en cooperativas de consumo popular y muy interesados en el desarrollo de un arte popular.

La segunda experiencia de teatro de la calle del grupo "Zumbón" que veremos es: El papá de las Conchitas, obra que también pertenece al Teatro inmediato. Enrique Ballesté recuerda que: "este trabajo surgió (sin saberlo él), bajo la promoción del alicaído político mexicano Negro Sansores Pérez, el cual en sus épocas brillantes, aportó el término democracia transparente al referirse al clima de claridad, justeza y pulcritud de la sociedad mexicana. En agradecimiento al rico filón ideológico dado por tan preclaro (bueno, es un decir) ciudadano, decidí relatar una de las aventuras de la importante heroína descubierta, eso sí, en un tono suave de pitorreo y burla".5

Para el grupo consolidar este tipo de propuestas significaba que habían logrado –como afirma Ballesté– ser "cada vez más sencillos en nuestras metáforas, nos hemos ido adentrando paulatinamente en imágenes y diversiones populares enterradas en el subconsciente de nuestro pueblo, hemos dado con el hilo de la cultura popular, desenredándolo lentamente, así como lentamente se desenreda la conciencia y capacidad de lucha de las clases explotadas".

También recorrieron los diferentes estados del país con sus propuestas artísticas. Por ejemplo, se trasladaron a Sinaloa, donde trabajaron con diversas entidades culturales y educativas, zonas agrícolas y en los reclusorios. Filmaron un programa para el departamento de Difusión de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) y editaron su primer LP con la colaboración de la UAS, con canciones existenciales, de amor, rock y canciones para el teatro, todas de Ballesté.

Otros integrantes de CLETA que hicieron teatro de la calle son: Enrique Cisneros, quien en un inicio sólo era activista y que acaba consolidando con Roberto Williams el dueto Positivo y Negativo en Culiacán, Sinaloa; aunque él es más recordado por sus intervenciones, a veces polémicas, en las luchas sindicales y populares de la época con el personaje del Llanero Solitito, pues crea el Teatro de Merolico. También fundó varios grupos en colonias populares del D. F. grupos que no lograron tener ninguna trascendencia, pues algunos tenían como objetivo principal rescatar a sus miembros de los vicios. Por su parte, Luis Cisneros en el CCH Vallejo, fundó y dirigió grupos como: "Xandy Ayolli", "Nandyelli", principalmente; luego, de una etapa no muy clara, regresa al Foro Isabelino y constituye el Teatro Taller Tecolote. De estos grupos surgirán otros que también desarrollarán propuestas de teatro de la calle que aún se recuerdan como Yo sigo siendo el rey del grupo "Saltimbanqui", de Eduardo Morales, El Lobo. Otros integrantes eligen ir a otros barrios y a otros estados de la provincia mexicana. Así, Felipe Galván se va a Guerrero en donde escribe La Historia de Miguel, obra premiada por Casa de las Américas, que denuncia la guerra sucia que caracterizaba el trato que daba el gobierno de Luis Echeverría a quienes no negociaban con él.

Para concluir diré, que si el público universitario en 1973 era el público del CLETA en el Foro Isabelino, para el 75, el público mayoritario de CLETA empieza a ser el de la calle, y sus espacios prioritarios de representación son espacios no convencionales. De esta manera es como CLETA se fue convirtiendo en un movimiento polémico que, en la actualidad, al preguntar al público de aquellos años, entre sus espectadores encontramos opiniones que se contraponen en cuanto a la relevancia artística del grupo para el teatro en México.

Gracias
Julio César López Cabrera

https://citru.inba.gob.mx/publicaciones/libros/electronicos/ebook3/45.html



Camaradas, comienzo por celebrar los 43 años de resistencia cultural del colectivo CLETA-UNAM, acaso la organización artística y social que más años ha estado en actividad ininterrumpida entre nosotros. Pienso en la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), que en los años 30 luchó al lado de los obreros por el empoderamiento del proletariado, y más recientemente en el Sindicato de Actores Independientes (SAI), que en los años 70 y 80 le dio conciencia de clase al gremio de la farándula. Fueron golondrinas que no hicieron verano. En cambio, la agrupación abanderada por Enrique Cisneros, un llanero no tan solitario porque ha sido acompañado por varias generaciones de cómicos de la lengua, se ha mantenido activa en los márgenes del Sistema como esos mosquitos que no se ven pero como chingan. En estos tiempos hiperliberales en los que la Utopía del Poder Popular parece un despropósito, los Cletos siguen actuando al lado de los desposeídos, imaginando, con John Lennon, que llegará el día en que la libertad colectiva deje de ser un sueño.

En 1973, año en que se fundó CLETA, los movimientos guerrilleros del Norte y el Sur de la tierra mexicana estaban siendo disueltos a sangre y fuego, pero seguía soplando el viento de la revuelta que tuvo en 1968 su cima y su castigo. La represión era tremenda y entre los miles de jóvenes que la desafiaron estaba un chaval de 22 años, hijo de exiliados españoles, a quien el Movimiento Estudiantil halló estudiando en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ahí, en el fragor de las manifestaciones y en las peñas donde se cantaba: Ya se cayó el arbolito/donde dormía Díaz Ordaz/ahora dormirá en el suelo/ahora dormirá en el suelo/como cualquier animal, Enrique Ballesté encontró el sentido de su vida y de su teatro.

En 1969, aquel poeta en formación estrenó: Vida y obra de Dalomismo, una fábula que ponía en juego una forma muy atractiva de contar la historia de los de abajo que mereció el Premio Celestino Gorostiza que era el más alto reconocimiento que podía recibir un dramaturgo joven. Eran los años en el que el realismo poético de Emilio Carballido y Sergio Magaña marcaban la pauta de la dramática mexicana y Ballesté apareció en tal escenario con un imaginario propio, fresco y espontáneo y con un sabor agridulce que ya anunciaba al poeta lírico que más adelante compuso una de las canciones más emblemáticas de su generación, en la que el dolor de estar vivo se confunde con la dicha de abrir los ojos todas las mañanas para ver el mundo.

Pero no adelantemos vísperas. Mejor digamos de volada que en los años setenta floreció en México el Teatro Independiente del subsidio oficial, que ya tenía una larga historia en Argentina, Brasil y Colombia. CLETA fue uno de los pioneros en hacer teatro de protesta social y su primer impulso derivó en diversos grupos que, como el Grupo Zumbón, de Ballesté, abrieron brecha no sólo en la ciudad de México sino en diversas capitales del país en donde otros camaradas intentaban hacer un teatro contestatario. Ahora recuerdo que vi en Morelia, ¿Por qué el sapo no puede correr?, una parábola escrita y dirigida por Enrique en la que consciente o inconscientemente se aplicaba la máxima brechtiana de entretener al público para ponerlo a pensar en lo jodido que estaba el ciudadano de a pie en el paraíso priísta.

Con una charanda de por medio, aquella noche escuché por primera vez, Eso de jugar a la vida, en voz de su autor, y quedé subyugado porque letra y música resumían el sentimiento de una generación que vio las luces de la libertad individual y colectiva y luego de la represión tuvo que rumiar en soledad la nostalgia de aquel deslumbramiento. En esa canción Enrique encontró la voz y la melodía de quien hizo de la calle el lugar de la batalla y ya no halló reposo ni en la casa familiar ni en la casa de la amada porque su corazón fue estrujado por la derrota del sueño, de la Utopía. Al escuchar su canción emblemática pensé que en esa composición se había conjugado la lírica de la Guerra Civil Española (por la que sus padres llegaron a México), en donde el canto y la poesía fueron otra arma de combate, con el bucólico lamento de la canción mexicana. No lo pensé así, de bote pronto, porque esa noche el alcohol de caña me derritió el cerebro. Pero lo pienso cada vez que la escucho de nueva cuenta, ahora en la dolida voz de Amparo Ochoa, que me da la razón respecto al tono herido de nuestro mejor canto popular.

Con, Los Flores Guerra, Ballesté logró dos cosas importantes: que el Teatro Contestatario pudiera presentarse en un teatro del Seguro Social, y que el Teatro Independiente tuviera una producción decorosa, con pago al autor, al director, a los actores y demás miembros del ensamble. Por ese montaje tuve una discusión bizantina con Enrique, por el riesgo político y estético de hacer un teatro popular y de denuncia en el corazón del sistema. Pleito conceptual que nunca disminuyó mi admiración por su obra ni el afecto de su trato, así que me siguió mandando algunos de sus textos, como Mínimo quiere saber y Puente alto, donde seguía buscando la manera de poner el corazón del pueblo en el escenario.

Muchos años después lo hallé en la guarida potosina de El Rinoceronte Enamorado, de uno de sus discípulos, en el sentido socrático de la palabra, Jesús Coronado, en una de las funciones de Pescar águilas, una potente paráfrasis de una obra de Peter Handke que fue el despegue artístico de uno de los colectivos más exitosos del teatro regional en México. Cuando nos topamos al final de la función me dijo, cara a cara: ¿cómo me ves? A un poeta de su talla no se le puede decir: “bien jodido”, porque una cosa es el deterioro físico y otra la salud mental, pero me costó trabajo disimular el asombro de verlo tan disminuido de salud, chimuelo, con dos pelos en la frente. Que yo sepa, nunca se preocupó por su apariencia y estaba tan comprometido con la salud social del teatro que se preocupaba muy poco por la suya. Lo vi de nuevo en otra obra cantinera en la misma jaula del rinoceronte potosino y de nuevo me dijo: ¿cómo me ves? Esta vez fui sincero:

—Bien jodido por fuera, ¿pero cómo andas por dentro?
—Mejor que nunca, Fernando, mejor que nunca —respondió con la mirada encendida del hombre que ha sido coherente con su sentido social y libertario de la vida y ha pagado por ello.

Coño, ¿con tanto farsante en este mundo, con tanto arribista, con tanto tramposo, con tanto chaquetero, con tanto ambivalente, con tanto funcionario, con tanto acomodaticio, con tanto vale madre, con tanto canalla, con tanto burgués gentil hombre, como uno, por qué a este Moliére hispano-mexicano, de auténtica raigambre popular, que nunca renunció a ver el teatro como una forma de plantear el fondo de la injusticia social, la vida le cobró tan caro su ideal de un teatro y un mundo mejor?

Bueno, es que eso de jugar a la vida es algo que a veces nos pasa a chingar.

Por la calle voy hilando el collar de mi pasión
Por la calle, voy contando las monedas de mi amor
Por la calle voy buscando la humedad de la razón
Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
Por la calle voy volando como vuela el risueñor
Por la calle voy cantando con mi traje mi canción

esto de Jugar a la vida, es algo que aveces duele

En mi casa mi familia se adormila en su sillón
En mi casa se ha quedado a vivir la tradición
En mi casa las paredes se respetan como a un Dios
En mi casa hay una Iglesia que se llama comedor
En mi casa a mis padres yo lers hablo con su voz

Pero aveces en mi casa el silencio es lo mejor
esto de Jugar a la vida, es algo que aveces duele

En tu casa yo me pierdo,yo me encuentro y al fin soy
En tu casa yo deshago con mis manos una flor
En tu casa yo inaguro hasta el último rincón
En tu casa yo me ahogo con el agua de tu voz
En tu casa hay señales que me dicen donde estoy

Pero aveces en tu casa.. yo me encuentro y no soy
esto de Jugar a la vida, es algo que aveces duele

Y de nuevo en la calle me remiendo la ilusión
Y de nuevo en la calle yo me muerdo el corazón
Y de nuevo en la calle yo me vuelvo aparador
y me ofrezco en barata, sin abonos sin fiador
Y de nuevo en la calle yo me creo lo que soy
Y pintandome de bueno voy cantando mi canción
esto de Jugar a la vida, es algo... que a veces duele

El maestro del teatro en libertad falleció el 19 de septiembre de 2015 en la Ciudad de México, el foro Contigo América fue el escenario en el que familiares y amigos despidieron con anécdotas y cantos a este inigualable músico, actor y poeta mexicano.

3 comentarios:

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