Roberto y Jaime - Sesiones con Emilia

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Artista: Emilia Almazán, Roberto González y Jaime López
Álbum: Sesiones con Emilia
Año: 1980
Género: Folk rock
País: México
Fuente de análisis: LP original (1980), Fotón [LPF 033] + CD reedición (1990), Pentagrama [PCD 084]

Lista de canciones:

LADO A

 1. La soga
 2. Satisfaga sus deseos
 3. El Seguramente
 4. Mi libertad
 5. En toda la extensión de la palabra amor
 6. De carne y hueso

LADO B

 7. Morir como mueres hoy
 8. El palacio de espejos
 9. Quítame tu cómic de la vista
10. Un mexicano que sabe lo que quiere
11. Los Rolling Stones nos culparían
12. El huerto


Músicos:
Emilia Almazán - voz, coros, guitarra
Jaime López - voz, guitarra, bajo, armónica
Roberto González - voz, guitarra, bajo
Marco Antonio Silva - batería

Sobre el disco:

Piedra angular de lo que vendría a ser el rock Rupestre, pese a que dos de sus integrantes (Emilia y Jaime) nunca se consideraron a sí mismos, ni son "oficialmente", parte del colectivo. Disco que salió en 1980 editado por Fotón, el cual pertenecía al partido comunista mexicano, lo cual es de extrañar pues Fotón usualmente editaba todo el material que tuviera que ver con su propuesta ideológica y este material es revolucionario en otro sentido, con una estética diferente al formato revolucionario de los grupo musicales de protesta y denuncia de la época.

Por otro lado, todo parece indicar que la intención de Roberto González era tener un registro de mejor calidad, que el demo que habían grabado con el material trabajado en su antiguo grupo, llamado Un viejo amor, cosa que a mi parecer también rebasó la intención. El material se pasea entre la canción-rock, el folk y algo más. Sin dejar de lado que son 3 fulanos con buenos arreglos, instrumentación básica y con las limitaciones técnicas del momento pero bien grabados.

Si cuando analizábamos el material del grupo On'ta, hablábamos de la influencia que tenían de grupos como Peter, Paul and Mary, aquí se palpa más evidente en el arreglo de temas como "La soga". Algo muy del gusto de Roberto González y que venían manejando desde Un viejo amor con las voces en armonía, que sumándole la armónica y el bajo le dan un tinte más roquero al asunto. La letra es muy del estilo de Roberto (según los créditos con colaboración de Jaime), con preguntas retóricas que nos cuestionan quiénes somos realmente, ante tanta respuesta superficial que nos da esta sociedad y este sistema que nos rige y que son quienes nos aprietan la soga.

Continuando en esta línea de búsqueda de identidad, viene ahora una crítica al consumismo con "Satisfaga sus deseos", dedicada a aquellos que quieren darse valor en sociedad a través de las cosas materiales, así como a los medios de comunicación y su publicidad persuasiva, que es a quienes satirizan en esta canción. Breve pero divertida con la alternancia en voces de Roberto y Emilia.

El turno de Jaime López con una de las grandes canciones dedicadas al agotamiento de la vida en pareja, temática por supuesto no muy explorada en el rock, ya que éste supuestamente es todo juventud, rebeldía y excesos. "El seguramente" nos trae una letra inteligente, poética a su estilo y sobretodo muy emotiva; una balada muy rítmica, con los coros por momentos etéreos de Emilia y Roberto, pero con ese modo de expresión que sólo un roquero como el López nos puede construir.

"Mi libertad" es otra composición de Roberto con dedicatoria a precisamente eso, la libertad, viéndola como un ente ajeno a aquella realidad y a aquel entorno que se vivía, como un derecho perdido hace mucho y que hace falta recuperar. En la música nos encontramos con una armónica en contante aflicción a lo largo de la canción, tocada por Jaime, que le da un toque más blusero a este estilo de canción que recuerda las canciones de protesta.

Por supuesto no podía faltar en este disco una canción de amor, pero no la típica canción de amor que cae en cursilerías o en lugares comunes, sino un auténtico himno a este sentimiento y a esta palabra o concepto que engloba tantas cosas; ahora sí que  "En toda la extensión de la palabra amor". Jaime, su compositor, en la voz principal y Emilia en la segunda voz que con las guitarras acústicas rasgadas y el bajo, se hacen acompañar por una discreta batería que marca la marcha en este repaso de lo que abarca, cabe y se necesita en el amor.

El turno de que los reflectores pasen a la mujer del grupo quien compone (a lado de López) e interpreta la magnífica canción "De carne y hueso". Nuevamente el ritmo lo enmarca la batería, acompañada del bajo y las guitarras acústicas, más otra guitarra de palo requinteando a lo largo de toda la canción, como entregando un blues. Su letra me resulta un tanto enigmática, como que oculta algo en ese lenguaje poético que aparentemente sólo relata la cotidianidad... o hay algo más, oculto a propósito para no ser tan explícitos. Y que decir del talento de Emilia, muy injustamente olvidada en la historia de nuestro rock, con esa voz tan precisa y sus composiciones (que plasmaría después más de éstas en otros demos) las cuales la elevan como una de las mejores letrístas y compositoras femeninas del rock en nuestro país.

En "Morir como mueres hoy" el tema a tratar es la pérdida de realización personal, producto de la cotidianidad a la que nos orilla una vida laboral monótona, en este caso enfocada en un asalariado en un entorno citadino. Nuevamente Jaime entrega las frases precisas que aterrizan en las emociones punzantes del individuo que pareciera, en lugar de vivir, morir poco a poco, sin alternativa alguna.

"El palacio de los espejos" es otra canción que considero un tanto críptica, con una letra muy breve pero bastante bien construida por Roberto, de esas que se prestan a interpretaciones. Aquí sorprende, por el lado musical, el papel un tanto más protagónico del bajo, o más bien con mayor presencia, que además se escucha con un efecto en su tono que hace resaltar más sus líneas.

A lo largo de la historia en nuestro país, los medios de comunicación han sido parte esencial en la perspectiva del pueblo respecto al desempeño del gobierno. Por ello es que el gobierno vio la necesidad de comprar o aliarse a algunos de estos medios para así tener como encubrir sus actos de corrupción y otros más grandes horrores que han dejado cicatrices en nuestra sociedad. De esto va la crítica ácida y mordaz de la genial "Quítame tu comic de la vista", de Jaime López. Simplemente mi tema favorito del disco y una de las más grandes composiciones de su autor. Recomiendo ampliamente que lean el análisis completo a este tema en el blog: Las 100 mejores canciones del rock mexicano.

Y si algo adolece gran parte de nuestra sociedad, es de una falta de identidad, provocada en gran medida por la influencia de nuestro país vecino, la nación más poderosa del mundo, que nos han hecho padecer un colonialismo cultural. De esto parece percatarse el personaje de la canción de Roberto, "Un mexicano que sabe lo que quiere". Pero en cierta medida es entendible este fenómeno en nuestro país, pues como veíamos en el tema anterior, los principales medios de comunicación, es decir, los de mayor alcance, trabajan a favor de los intereses de otros a quienes no les conviene la difusión de la cultura y el arte con enfoque crítico, especialmente si es entendible e identificable con nuestro entorno. Por ello es que mucha gente prefiere voltear su atención hacia las expresiones culturales extranjeras y se quejan de la falta de calidad en el arte de nuestro país, siendo que muchas veces desconocen a todos estos artistas con propuestas sobresalientes que los medios han mantenido en las sombras y  que intentan mantenerse en un entorno que no es favorable para que vivan de la labor artística. Vale aclarar que no tiene nada de malo el intercambio cultural entre naciones, si este viene a enriquecer, como es el caso del rock (que ha final de cuentas nace de un fenómeno de este tipo, así como muchos géneros musicales), el problema viene cuando se abandona completamente la identidad para pasar a ser sólo apariencias y pretensiones huecas.

Las garras del gobierno han tenido tanto poder que han logrado trastornar incluso a aquellos que en algún momento luchaban en su contra. En este caso a toda una generación, donde algunos se han asumido incapaces de combatirlo, mientras otros de plano han decidido cambiar de bando. Y quién mejor para poner el dedo en la llaga que Jaime y su estilo certero en  "Los Rolling Stones nos culparían". Se suman otra vez las tres voces, siendo la del autor la principal, y entre estos coros, arpegios y adornos de guitarra se desarrolla la música, rematando con un final que parodia un par de rolas de los mencionados Rolling Stones. Se recomienda la lectura del análisis a esta canción en el blog: La 100 mejores canciones del rock mexicano. (Como dato curioso, al final de esta canción en la versión del vinilo se escuchan más nítida la risa de Emilia, ya que en la reedición del CD el desvanecimiento del audio es un tanto más brusco)

Y para cerrar con broche de oro, el mejor y más icónico tema del disco, un aténtico himno de dicha generación, "El huerto" de Roberto González. Nuevamente sobran mis palabras ante un análisis tan preciso como el de blogero Pingüino Elemental, que espero se tomen el tiempo de revisarlo en su página: Las 100 mejores canciones del rock mexicano. Así que aprovecho este espacio para invitarlos a descubrir más de la obra de Roberto González, cuyo legado es más que sólo esta canción. Considero que es un artista bastante olvidado y como mencionaba en el análisis de su primer disco en solitario (Lentejuelas), goza de una gran sensibilidad, inteligencia y madurez, además de que dicho álbum se trata de la primer obra en solitario de un artista Rupestre, que exhibe todos los elementos de este género y que sobre todo goza una calidad destacada, pese a carecer de un debido reconocimiento. Y esta cuestión se extiende al resto de su discografía (igual con Jaime López a nivel público general, pero siento que es más con Roberto, incluso en los sectores más de interés en el rock nacional).

Personalmente un disco que cambió mi percepción de la música, yo siendo un joven inmaduro, plenamente "roquero" de guitarras distorsionadas y tamborazos, que al toparme con este material me preguntaba: "¿esto es rock o no?, ¿está bien que me guste esto? Pero, ¿por qué no me puede gustar si es tan bueno?". Antes de conocer toda esta música, gestada en nuestro país, que se ha mantenido oculta por los medios, yo también creía que no había otra opción más que voltear al extranjero, a aquellos que sí reciben los reflectores y la atención. Y si de por sí estos artistas tienen difusión moderada en el centro del país, fuera de ahí y más en específico en frontera (norte, donde la influencia de E.E.U.U. es más fuerte) que es donde yo he vivido toda mi vida, éstos son auténticos desconocidos. Hay que aprovechar estos tiempos que vivimos en que el internet nos permite tener acceso inmediato a espacios que sí difunden proyectos artísticos valiosos de nuestro país. Sólo hace falta despertar esa hambre por descubrir todos esos tesoros, así como un nivel cultural y educativo que nos permita valorarlos, que ahí es donde radica el mayor problema.

Volviendo al tema, los autores de este LP cuentan que ni el los circuitos folclóricos, ni en los roqueros se sentían completamente bienvenidos, pues unos los considera demasiado roqueros para el folk y viceversa. Este material abrió un camino para la letrística del rock mexicano, pues la mayoría venía escribiendo en inglés y otros hacían letras en español francamente insulsas. Realmente un disco sin desperdicio alguno y uno de los más grandes e importantes de la historia no sólo del rock mexicano, sino de la música en nuestro país. 

- Arte adicional:

Portada CD reedición (1990), Pentagrama.