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miércoles, 11 de mayo de 2022

Varios - Mexican Divas

Artista: Varios
Álbum: Mexican Divas
Año: 1998
Género: Latino, Pop Rock, Folk rock, Blues rock, World
País: México
Fuente de análisis: CD original (1998), Opción Sónica / Eclécticas [OPCD77] 

Lista de canciones:

 1. Susana Zabaleta - Desde el baño
 2. Margie Bermejo - Mamacita del Mayab
 3. Liliana Felipe - Su merced
 4. Eugenia León - Aguamarina
 5. Astrid Hadad - Calcetín
 6. Jeanette Macari - Sol de mi vida
 7. Carmen Leñero - Ritmo de las olas
 8. Jaramar - Poca cosa
 9. Cita y sus Muñecas Rotas - Moyocoyani
10. Betsy Pecanins - Robando luz al sol
11. Nayeli Nesme - La lección de Fito
12. Lila Downs - La Sandunga
13. Nidia - Ella se deshizo entre tus manos


Sobre el disco (de las notas del mismo, por Xavier Velasco):

En otros tiempos, antes de que el Dios Nikon gobernara el mundo, a los artistas japoneses les gustaba pintar los rostros de sus mujeres justo en medio de un éxtasis incandescente. Es decir, en el momento de olvidarse de sí mismas para conectarse con el centro del universo. Cuando una mujer hace de semejante olvido un ritual público, y en ello involucra todas las agravantes de la creación artística, los mortales tendemos a nombrarla: diva.

Diva es la que se conecta y nos conecta. La que nos enamora sin siquiera tocarnos mientras de sus entrañas emerge un minotauro que embiste sin piedad nuestras certezas. La que convierte el aire en niebla espesa o brisa tersa con un solo aleteo de sus manos. En un época preñada de individualismos y competencia, donde la vida es nada más virtual y las imágenes tiranizan a las ideas, es por lo menos oxigenante que estas divas existan, que canten, que estén juntas sin necesidad de ser difuntas y que resulten -ponzoñoso agravante- mexicanas.

No han formado un movimiento, ni han escrito manifiestos. No dicen, expresan. No afirman, son. No lloran, nomás se acuerdan. Y a lomos de esa memoria nos traen de vuelta las otras imágenes, las de adentro; en ellas reencarnan los monstruos que por años nos han acompañado. Parientes próximas de Lucha Reyes y Billie Holliday, de Chavela Vargas y Patti Smith, de Ute Lemper y Ricky Lee Jones, las mujeres que por aquí desfilan son, sin excepción, relámpagos urgentes en medio de la noche medieval que al fin del siglo XX nos acosa. Tal como afirma Carlos Fuentes en torno a su Aura, estas mujeres han venido al mundo para aumentar las descendencia secular de las brujas.

¡Pobre de aquel que pueda escuchar a Lila Downs y conservarse inmune a la ponzoña pasional de su íntima Sandunga! O a Nidia: mujer que sin mariachis de por medio nos entierra una daga en el miocardio. O a Betsy Pecanins, cuya sabiduría blusera nos recuerda que Tijuana, como México todo, es siempre un insondable barrio negro.

Para quienes de una u otra forma nos hemos conservado de este lado de la realidad -donde unas cuantas divas han instaurado su imperio de divina ficción- Liliana Felipe viene siendo una especie de pontífice, no sólo por la elegancia tangodanzonera que despliega en el deporte nacional del cabuleo, sino también por la persistente asimetría de sus metáforas, mismas que tarde o temprano aterrizan en la garganta neojazzrapera de la Margie Bermejo, entre las transfiguraciones mazatecas de Astrid Hadad o bajo el cómplice manto nocturno de Eugenia León.

A Susana Zabaleta le gusta comprar riesgos, y como toda diva que se respete se juega el estilo, la identidad y los sueños en una sola canción. Carmen Leñero prefiere sumergirse entre océanos de palabras, con la sospecha de que más tarde o más temprano, apenas atraviesen su garganta, se habrán vuelto conjuros. ¿Cómo entender los intensos empeños de Nayeli Nesme y Jeanette Macari sin antes ceder a un hipnotismo que es primo del hechizo y hermano del veneno?

Cuando uno se deja envolver por el apetito entre medieval y renacentista de Jaramar, e inmediatamente después accede al ciberlaberinto de Cita, prueba las delicias de viajar por el tiempo sin dejar un instante de ser contemporáneo. Lo cual no hace sino recordarnos que hoy, aquí, en el único país del mundo en el que todo, incluso la ciruela, pasa, está pasando un milagro que, como todos los de su especie, no ha sido planeado, ni anunciado, ni etiquetado, y es quizás por ello que nosotros, sus beneficiarios directos, no podemos pagarlo con mejor moneda que la gratitud, ni celebrarlo con más rictus que el de la estupefacción, ni expropiarlo con otras herramientas que las de la pasión.

Pasión: palabra de diva.

3 comentarios:

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