Álbum: In necuepaliztli in Aztlan. Retorno a Aztlán
Año: 1989
Género: Prehispánica, Banda sonora
País: México
Fuente de análisis: LP original (1989), Olinkan [LP 007]
Lista de canciones:
LADO A
1. Gotas de rocío
2. La danza de los nahuales
3. La casa de los que ya no son
4. El canto de Yohalli
5. Los señores de la noche
6. Todos habremos de perecer
7. Vientos de espinas
LADO B
8. El espejo humeante
9. El escudo humeante
10. Aztlán
11. Coatlicue
12. El sueño
13. La invocación del brujo
14. La lluvia
Composición e interpretación: Antonio Zepeda.
Instrumentos: Flautas prehispánicas de barro, Ocarinas y silbatos prehispánicos, Flautas indígenas de carrizo , Trompetas mayas, Caracolas, Teponaztlis zapotecas de bambú, Teponaztlis otomíes y nahuas de madera, Marimba de piedra, Caparazones de tortuga, Tambores tarahumaras, Tambores mayas, Tambores de agua, Huehuetl nahua, Arco tepehuano, Cántaros de barro, Bastones de lluvia, Raspadores de madera, Coyollis de danza conchera. Tenabaris de capullo de mariposa, Campanas de barro negro, Sonajas tarahumaras, Sonajas de vainas, guaje y cuerno.
En estas grabaciones ningún efecto electrónico ha sido añadido, excepto la imposición de canales individuales y ciertos tipos de ecos para realizar el sonido y lograr la atmósfera deseada. Las voces de pájaros y sonido de agua han sido hechos con instrumentos musicales prehispánicos únicamente, sin añadir efectos electrónicos o grabaciones de ambientes naturales.
Producción: Juan Mora/Antonio Zepeda.
Más detalles en las notas del disco.
Sobre el disco (de las notas del mismo por Antonio Zepeda, julio de 1989): La esencia musical de Retorno a Aztlán.
Los instrumentos musicales más antiguos que encontramos en Mesoamérica son los silbatos olmecas, sencillas terracotas de tres mil años de edad que reproducen el canto de las aves. Después vinieron las flautas de carrizo y las flautas dobles, triples y cuádruples de barro. También los tambores, las sonajas y un sinfín de ingeniosas percusiones hicieron su aparición con el advenimiento de nuevas civilizaciones. El mundo del sonido se desarrolló a tal punto que existieron instrumentos utilizados para inducir deliberadamente un estado de ánimo en el ambiente.
Este gran logro en el plano acústico se dio gracias a la colaboración entre músicos y alfareros que con su experimentación milenaria inventaron la esencia del sonido preamericano. Un sonido común a muchas naciones de la antigüedad en todo el continente.
La música de Retorno a Aztlán se nutre del sonido original de las antiguas culturas mesoamericanas. Los instrumentos con que fue grabada reproducen las auténticas sonoridades del México antiguo, puesto que se trata de genuinos instrumentos del pasado maya, nahua, totonaco y zapoteca, cuya edad fluctúa entre 500 y 2500 años de antigüedad.
Los sonidos complementarios básicamente percusiones podemos aún escucharlos en las montañas, llanuras y playas de México. Los instrumentos yaquis, mayos, huicholes, nahuas, purépechas y tarahumaras se conjugan con los de las incontables etnias sureñas para dejarnos oír esa voz que ha vivido siempre entre nosotros la voz de la tierra, la voz del horizonte, la voz del sol.
La música de Retorno a Aztlán está compuesta con alientos rituales de inesperada belleza que encuentran su lugar en medio de la intensidad rítmica de raspadores y sonajas, tambores y teponaztlis, cántaros y carapachos de tortuga. En estas grabaciones está presente el colorido canto de las aves matinales y la lejana voz de las deidades ancestrales; el subyugante viento que embelesa y el mundo misterioso de los habitantes de la noche, la profunda incógnita de la muerte y los aterradores sonidos del inframundo prehispánico.
Es música que nos habla de la eternidad y las tinieblas, al tiempo que nos comunica la sensación solar del músico-danzante recibiendo con el cuerpo la fuerza del sonido al proyectarla en luminoso movimiento. El Espíritu de la Danza también se encuentra aquí presente. En algunas composiciones el tiempo deja de existir y todo se convierte en sensaciones metafísicas de dimensiones sobrenaturales, el espacio se abre ante los instrumentos dispuestos en un azar perfecto.
Una flauta con la forma de una espina tocada dentro de una caverna, combinada con campanas de barro negro entrefrotándose, nos hace volar hasta el desierto envueltos en el "Viento de espinas" de los silbatos funerarios.
En "El sueño", el arco tepehuano va marcando una eterna caminata rumbo a lo inexorable, mientras que en Coatlicue, el rumor de los sartales de capullos de mariposa crea el crepitar del fuego y la tenue neblina se acerca en compañía de la voz de las caracolas.
En "Los señores de la noche", un coro de flautas en respiración continua es llevado al límite por la vibrante repercusión del timbal maya de agua. Silbatos y ocarinas merodean en la oscuridad.
Las flautas ululan con insondables voces en "El espejo humeante" y "El escudo humeante"; las trompetas mayas crean el fundamento sobre el que se contraponen los caparazones de tortuga y los cántaros de Chiapas y Oaxaca.
En "Gotas de rocío", los tambores yaquis de agua y los teponaztlis zapotecas de bambú juegan con el canto de la flauta totonaca en forma de ave y el gorjeo de las antiguas ocarinas de Occidente.
El imponente tambor tarahumara marca el ritmo en "La danza de los Nahuales", al tiempo que los caracoles marinos anuncian la transfiguración de los chamanes al son de las flautas de Tescatlipoca.
La intensa percusión mexica va cincelando el perfil de Aztlán con la riqueza rítmica de cántaros y teponaztlis. La voz del curandero se eleva al cielo en "La invocación del brujo", los silbatos sagrados piden "La lluvia" y ella viene con los tambores mayas de piel de venado y los bastones de lluvia en forma de trueno.
Es música de evocación prehispánica hecha con barro, madera, cuero, bambú, caña, ixtle, semillas, piedras y conchas de mar. Sonidos que devinieron clásicos con el correr del tiempo. El espíritu de la música antigua mesoamericana se recrea en estas composiciones; los ambientes sobrenaturales invitan a la meditación y los patrones rítmicos se entrecruzan en la avasallante polirritmia de barrocas civilizaciones percutivas. Las emociones que esta música descubre nos hacen viajar hasta insospechados universos plenos de misterio. Los sonidos engendran atmosferas reptantes, percusiones que nos enfrentan a lo inesperado, a un mundo de resonancias indescifrables y orquestaciones inauditas: paisajes musicales jamás escuchados, lamentos del pasado perdidos en el tiempo.
- In necuepaliztli in Aztlan (Retorno a Aztlán), una película de Juan Mora Catlet.
In necuepaliztli in Aztlan (Retorno a Aztlán) es el primer largometraje de ficción que trata íntegramente sobre el México precolombino. Hablado totalmente en "nahuatl", antigua lengua de los aztecas, y rodado en zonas arqueológicas, el filme se ubica 69 años antes de la conquista española y narra leyendas inmemoriales, de una época donde el mito y la magia se confundían con la realidad, y la violencia extrema convivía con la más alta sofisticación. Habla de un mundo que asalta nuestra imaginación mediante las ruinas de sus pirámides y magníficas obras de arte.
La película nos muestra el viaje mágico a Aztlán -lugar mítico de origen de los aztecas- realizado por los emisarios de Motecuzoma, su Señor, y por un campesino humilde de nombre Ollin, con el objeto de acabar con una sequía terrible de cuatro años.
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