Margie Bermejo - Las cosas sencillas

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Artista: Margie Bermejo

Álbum: Las cosas sencillas

Año: 1979

Género: Nueva canción

País: México

Fuente de análisis: LP original (1979), Radio Educación [-]

Lista de canciones:

LADO A

 1. Las cosas sencillas

 2. Las piedras de mi calle
 3. Palabras para Julia

 4. Melodía

 5. Mi equipaje

  

LADO B

 6. Canción a Rolando
 7. Canciones
 8. Canto del agua

 9. País

Sobre el disco:

Considerada una de las cantantes más versátiles y sobresalientes de la música popular mexicana contemporánea, Margie Bermejo procede de una familia musical: su madre, Luz Bermejo, fue una famosa intérprete sudamericana; su tío, Alberto Suárez Villanueva, es el autor de los tangos "La luz de un fósforo", "Lejos de Buenos Aires" y "Al compás de un tango", entre otros; y su padre, Guillermo Bermejo, compositor, fundó en México el Trío Calaveras. Inició su carrera profesional a los 13 años, pero en la década de los setenta se alejó del ámbito para incursionar en el canto popular contestatario, el soul y el jazz. Su primer acetato, Las cosas sencillas, contiene temas de diversos compositores de estas corrientes.*

Este disco sería el tercero editado por Radio Educación quienes anteriormente publicaron "El canto de un pueblo", con música grabada durante una de las Jornadas de la Cultura Uruguaya en el Exilio, y "Cantos navideños" que recogió música coral de grupos juveniles triunfadores en un concurso organizado por la Secretaría de Educación Pública.

- A continuación algunos fragmentos de los comentario de Fernando de Ita, tomados de las notas del disco:

No debe ser casual el que Margie y Marcial Alejandro sean músicos de corazón. Ella como interprete, él como cantautor. Y el que ambos, por destino y convicción, estén lejos del oportunismo de sus contemporáneos. Es decir: que pongan sus conflictos personales y artísticos, por encima de sus conveniencias. Por arriba de su estatus social. Sobre la fama y el reconocimiento.

Decir que éste es el primer disco de Margie Bermejo, después de 17 años de estar cantando, podría ser un insulto a su calidad interpretativa si ésta no hubiera sido precisamente la causa de que su voz no pudo ser aprovechada por las grabadoras comerciales. En 1968, por ejemplo, cantaba en las prepas, días antes de Tlatelolco, las esperanzas -para ese tiempo-, composiciones de Joan Baez. Mientras en la noche, con minifalda plena de chaquiras, entretenía, en algún bar de un hotel trasnacional, a la clientela, con bossa novas que hoy mismo se siguen tocando en esos sitios.

Tiempo realmente mexicano aquel que la marginó de los medios comerciales para alcanzar el éxito. Lo propio, lo adecuado para la época eran, Julissa, Angélica María, para mencionar a las mejores representantes de aquellos intereses. Por su parte, la Bermejo sobrevivía cantando en Minatitlán, Zamora, Tampico, Zacatecas. Intercalando entre bolero y ranchera, su verdadera personalidad.

Para su fortuna, el sistema no le tendió una sola vez el puente, lo que la obligó a refugiarse en la cocina de aquella peña por la que pasaron algunos de los mejores exponentes de lo que ahora se denomina La nueva música mexicana. Ahí cantando, conoció la inquietud de ciertos jóvenes por encontrar una voz propia. Ni folclor sudamericano, ni jazz, o rock and roll. Sin saberlo de cierto, Roberto Cárdenas, Marcial Alejandro y Arturo Cipriano le estaban dando a la trova yucateca, la canción romántica y los ritmos calientes del trópico. Junto a ellos, Margie tuvo por primera vez la corazonada de que la música mexicana y el idioma español, reunidos, podían expresarla por completo.

Me refiero a que para una hija de la generación que Carlos Monsivaís nombró la primera generación de gringos nacidos en México, este era, por primera vez, el lenguaje adecuado, literal y musicalmente, para exteriorizar sus nuevos sentimientos: los de la chinga de cada día. Los del fracaso que da impulso a la rebelión y anticipan la victoria. En una palabra: la esperanza renovada. No la esperanza de la revolución sino la revolucionaria...

En términos generales, este es un disco de canciones románticas por lo que tienen de Marcial Alejandro interpretado por Margie Bermejo. Romántico porque ni siquiera pudo ser producido por las compañías marginadas del sistema industrial. La Bermejo tuvo que contar con el romanticismo de David Baksht para poder disponer de su estudio de grabación cada vez que este hombre tenía sus días de descanso. Es decir, sus noches libres.

¿Y quienes sino algunos músicos llenos de romanticismo le iba a llegar a las doce de la noche a la tocada, sin percibir un centavo? Únicamente los cuates, quienes, por suerte, son además músicos de primera línea. La guitarra prodigiosamente pulsada por Carlos Mazeiras. El bajo profundo y los arreglos tan personales de Héctor Zamora. La mano maestra de Juan José Calatayud. El buen sax de Alejandro Campos. El esforzado oboe de Maritza Arredondo y la intervención de la flauta de Guillermo Álvarez. El chelo tan ocasional como bien templado de Fernando Rodríguez. Los compases de batería de Mario Villanueva. Las ocasionales percusiones de "El Pollo". La señorial voz de Cristina Chávez.

Es de rigor destacar que Margie Bermejo no considera este disco como un producto acabado, ni definitivo. Es el primer paso para dar otros. Siempre en busca de un lenguaje musical que la exprese individualmente y colectivamente. Si usted escucha con cuidado, no sólo tendrá presente la originalidad de la voz cantante. También intuirá sus posibilidades. El que se realicen depende de ella, naturalmente. Pero usted como auditorio no deja de ser una pieza clave para que así sea. 

*https://inba.gob.mx/prensa/12057/margie-bermejo-una-de-las-voces-contemporaneas-mas-versatiles-ofrecera-concierto-de-jazz