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miércoles, 31 de mayo de 2023

Juan Cirerol - Ofrenda al Mictlán

Artista: Juan Cirerol
Álbum: Ofrenda al Mictlán
Año: 2010
Género: Folk alternativo
País: México
Fuente de análisis: CD original (2010), Vale Verga Discos [001]

Lista de canciones:

 1. La banqueta
 2. ¿Cómo la ves carnal?
 3. Sí, sí
 4. La Chola
 5. Clonazepam blues
 6. Crema dulce, clase media
 7. Maldita maestra
 8. I love you
 9. Toque y rol
10. Claro que no moriré
11. Hace mucho calor
12. Monterrey
13. Quiero ver mi rostro
14. Vida de perro
15. Yo por eso me retracto


Todas las canciones escritas e interpretadas por Juan Cirerol excepto "I love you" y "Vida de perro", escritas por los Picadientes de Caborca. 
Producido por el Doctor Bona Bonson.


Sobre el disco (por Alejandro González Castillo, del libro 100 discos esenciales del rock mexicano): 

Juan Antonio Cirerol Romero es un punk desterrado del reino de las coladeras. Su cabeza no ofrece pruebas de que alguna vez haya portado un mohicano, sin embargo es bien conocido su paso por diversos grupos de punketo perfil donde solía aferrarse al bajo, la guitarra y la batería. Afortunadamente, el futuro de Juan se definió cuando rondaba los quince años de edad y algunos casetes de Nirvana y The Beatles giraron por su cabecera al mismo tiempo que su abuelo lo educaba con las rimas agrias de Johnny Cash y el pulso campestre de Los Alegres de Terán. Fue así, entre la polka y el corrido, entre la música country y el rockabilly, que la pose inconforme del punk adolescente desapareció para cederle lugar a las botas picudas y las hebillas aparatosas. 

Chalino Sánchez y El Tigrillo Palma. Nombres que podrían definir a primera oída las influencias de este ranchero punk, aunque jamás tracen la ruta de sus rimas. Porque el bestiario del autor de Mexicali no se forja entre el rumiar del ganado, sino que retumba como un eructo cínico, citadino. ¿Coincidencias con Rockdrigo González? Bueno, ambos expelen un tufo similar en sus vaivenes vocales, ciertos fraseos parecen encontrar-se, pero el bajacaliforniano dice haber conocido la obra del tamaulipeco cuando su personalidad como cantautor ya se encontraba definida. En ese carril, Piporro sí que es un referente ineludible. 

Construido básicamente por guitarra y voz, en el álbum debut de Cirerol reluce especialmente "¿Cómo la Ves Carnal?", una composición que deja sin posibilidades de defensa a esos "baquetones" que se las dan de "fresones"; un desmenuzamiento puntual de la fauna con ínfulas artísticas que plaga ciertas colonias de la capital mexicana (La Condesa y la Roma, por ejemplo) uniformada como hipster. Es este tema el que más puntos de encuentro plantea con Rockdrigo; no sólo por su fraseo, sino por el tino y la mala leche con los cuales el provinciano describe al chilango. Porque eso sí, Cirerol presume orgulloso su gentilicio, de ahí que "La Chola" se anuncie como una tonada de amor cándido a cierta shula shola que se guasha en Shicali, aunque entre renglones su autor confiese una adicción un tanto más grave que la que padece por las cinturas estrechas. 

"Clonazepam Blues" es un corrido vertiginoso donde las pastillas y las caguamas dirigen el viaje de un tipo que aprovecha su euforia anfetamínica para ejercitar los dedos sobre el diapasón de su guitarra; el antecedente ideal para "Toque y Rol", una cruda balada resacosa que describe un acto. de lo más heroico: rolar un toque de mota en Rosarito antes de que el fuego se extinga y el cansancio tumbe a los cuerpos sobre la arena. Por otro lado, "Maldita Maestra" invita a abandonar el juego sucio del amor y a la "estúpida poesía" (¿acaso la contenida en el tinglado lírico más abstracto del disco: "Quiero Ver mi Rostro"?) para hacer contrapunto con "Hace Mucho Calor"; una queja de carácter climático sin más intención que la de provocar bostezos gracias al bochorno solar. 

Disponible como descarga gratuita en el sitio del sello que lo guarece y en vinyl (con menos temas que la versión digital), la ofrenda del cantautor al D. F. el lugar donde grabó los temas bajo la producción del Doctor Bona Bonson marca su raya con respecto a la generación de músicos que ya no asume su condición indie como un atributo y que aparentemente genera sus propios canales de difusión y distribución, pero que se aferra a mantener vivas las dinámicas de intercambio musical que operaban décadas atrás y cuya facha es tan determinante como el perfil estético de su cancionero. Paralelamente, se trata de una obra que no reivindica el folklore del norte del país descarnadamente, si acaso celebra su condición arrabalera y gandalla, es decir, no podría comparársele con el arribismo que algunos DJ's asolean cuando pinchan cumbias con el afán de lucir gamberros. 

Por su espíritu de juerga, Ofrenda al Mictlán suena como la cantina más grasienta de Mexicali justo cuando la borrachera ha alcanzado su punto climático. Congela el tiempo en el punto donde los vasos chocan entre sí con violencia y las risotadas operan como la ovación que los vidrios necesitan para mantenerse agitados. Se manifiesta donde lo que solía lucir como un convite entre camaradas corre el peligro de transformarse en un zafarrancho. Y es Juan quien se faja la camisa para deshebrar los rostros de los parroquianos, y lo hace apenas acompañado de una guitarra acústica cuyas cuerdas lucen oxidadas con chorros de ese combustible ligero llamado Tecate. 

Justo cuando un oleaje nauseabundo de cantautores lindos y perfectamente despeinados colma los foros del país, aparece este Juan, y todo indica que viene borracho y con ganas de puños. Una auténtica bocanada de aire fresco.

5 comentarios:

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