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jueves, 6 de septiembre de 2018

Jaime López - Bonzo/Mi amor no sirve de nada

Artista: Jaime López
Álbum: Bonzo/Mi amor no sirve de nada
Año: 1982
Género: Folk rock
País: México
Fuente de análisis: Sencillo original (1982), Discos Lunatic [45-LU-001]

Lista de canciones:

LADO A

1. Bonzo

LADO B

2. Mi amor no sirve de nada


Músicos:
Jaime López - guitarras y voz
Jorge "Cox" Gaitán - violínes y bajo

Productor: Guillermo Luna
Ingeniero de sonido: Chito Corchado


Sobre el disco:

- Datos generales por Rodrigo de Oyarzabal*
En vez de la grabación de un álbum como solista, Jaime López propuso la grabación de sencillos para que más músicos pudieran grabar discos en un intento de música colectiva (Molotov lo haría muchos años despúés). Al trabajo musical de López, acompañado por el Cox al violín, como continuación del libro-objeto que es 'El General Constante' y como predecesor de 'Cenzontle', el 'Boncito' cuenta con la excelente portada de Ahumada. 'Bonzo / Mi amor no sirve de nada' se presentó en el Foro Tlalpan, a cargo del Sergio García y de aquella presentación es mi ejemplar. Posteriormente, estando yo en Radio Educación (+ ó - por el '91), un compañero operador, Luis Luna me obsequió un buen número de ejemplares que estaban embodegados por a'i. Al tiempo Jaime había conseguido también varios ejemplares del 'Coronel' por lo que pudimos armar varios juegos con ambos discos (hoy productos de culto).

*http://losdiscosdejaimelopez.blogspot.com/2007/05/bonzomi-amor-no-sirve-de-nada.html

- Nada mejor para apreciar estos temas que los completísimos análisis del amigo Pingüino Elemental del blog "Las 100 mejores canciones del rock mexicano". El siguinete análisis a la canción "Bonzo", corresponde a la segunda versión del tema que se encuentra en el disco "1a calle de la Soledad", donde la principal variante entre ambas versiones es la instrumentación, ya que la versión de este sencillo tiene un arreglo más complejo, sin embargo se hace mención de las razones por las que se considera más apta al tema la instrumentación más sencilla. Leamos pues, lo que nos ofrece esta obra:

BONZO

Me quedé dormido,
con la televisión prendida,
con la radio prendida,
lavadora prendida,
licuadora prendida,
con el cigarro prendido,
y prendí fuego a la casa,
con mis sueños lucidos,
de bonzo, de bonzo…

Se quedó dormida,
con mi conversación prendida,
a la almohada prendida,
con las luces prendidas
y las ganas prendidas;
tan apagada la orilla,
que prendí fuego a la cama,
mientras ella dormía,
de bonzo, de bonzo…

Y me fui al cielo,
poco después de aquel incendio,
con el alma entre el fuego,
con aureola de fuego,
con la cara de fuego;
tan aprehendido por fuego,
que prendí fuego en el cielo:
Dios está en el infierno,
de bonzo, de bonzo…


En más de un sentido, la obra de Jaime López es sorprendente. No sólo lleva el lenguaje a juegos límites, sino que mezcla los ritmos (polka, rock’n’roll, cumbia, trova) cambia las voces, incorpora léxicos, hace crítica política (ya vimos Un curso intensivo y Quítame tu cómic de la vista), retrato urbano (El mequetrefe, Chilanga banda), rescate histórico (Doroteo), irreverencia sexual (Ámame en un hotel, Me siento bien pero me siento mal), etc. Y por supuesto, canciones profundamente humanas (Las caricias de un extraño, Morir como mueres hoy). Nunca se estanca, el mayor riesgo para un artista. No todo lo que produce es impecable, pero sin duda corre más riesgos que cualquier otro rockero mexicano.
Alguna vez un amigo, decepcionado por los resultados deportivos del país, me preguntaba si en algo estaba México a nivel mundial. Yo le dije, y lo afirmo, que sí existe ese algo: el arte. Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco, Juan Rulfo, Frida Kahlo, Alejandro González Iñárritu, Rufino Tamayo, Gabriel Orozco, Octavio Paz, Luis Barragán, son todos artistas a la par de cualquiera en sus respectivas ramas del arte. Con el rock mexicano la cosa se dificulta, porque la infraestructura necesaria simplemente no existe. No hay disqueras, auditorios, representantes, industria, radiodifusoras, ¡público! para el rock de calidad. Y los músicos no pueden vivir de su arte. Muchas veces no tienen instrumentos, no pueden pagar las horas de estudio, no pueden estudiar música y mantenerse al mismo tiempo. Y sin embargo, la capacidad, la imaginación, el poder creativo está a la par de cualquier otro país. Obviamente ante un panorama tan pobre, los músicos de calidad son pocos. Sin embargo, existen.
Pero, ¿hay un estilo, una voz propia, un rasgo distintivo del rock mexicano? Cada que me lo pregunto, me viene a la mente Bonzo, de Jaime López. No sé por qué. O mejor dicho, tendría que analizar por qué. Si, como dije, la obra de López es impresionante, Bonzo es de las canciones más impactantes de todas. Es increíble la originalidad de su fondo y forma, la cima de imaginación que significa escoger el monje bonzo como símbolo para crear esta inmensa ironía hacia la vida formal de pareja. ¿Cómo se explica una ocurrencia así? Simple y sencillamente una genialidad. Pero, además, Bonzo ejemplifica lo mejor de la imaginación rockera mexicana, y a lo largo de esta lista hemos podido ver varios ejemplos de ello. Mi teoría es que el arte mexicano se caracteriza por el manejo de la elipsis, aspecto que he subrayado mucho en este blog, por ser de vital importancia para la calidad del arte. De hecho, en la época del Boom latinoamericano en literatura, el impacto de las obras del subcontinente se debía a que los escritores no le daban todo digerido al lector como solía ocurrir en Europa, sino que se creaba a través de la sutileza, la sugerencia, el manejo de la tensión, la idea de que lo más importante del significado de la obra está en lo que no se dice, etc. El impacto resultó inmenso, casi insólito. Y ese rasgo lo compartían prácticamente todas las ramas del arte. Quizá por primera vez, Latinoamérica estaba a la vanguardia del arte. Creo que mucho de eso permanece. Desde mi punto de vista, es el rasgo distintivo del arte latinoamericano. Y quizá por su herencia histórica, por la idiosincrasia nacida del sincretismo colonial, por clima, por diversidad territorial, etc., en México ese rasgo es aún más fuerte, cuando hablamos de arte auténtico (lo comercial se caracteriza por todo lo contrario). Así, obras como Pedro Páramo de Juan Rulfo o Farabeuf de Salvador Elizondo resultan muy complejas para una mentalidad acostumbrada a lo fácil, a lo digerible, al best-seller simplón y soso. Y creo que esa es la gran característica de Bonzo, una canción en que claramente es lo no dicho lo que más significa, y que obliga a un esfuerzo interpretativo, a una exigencia analítica. Al uso de la inteligencia. Pero como no todo el mundo la tiene, por eso irrita a muchos, y pasa desapercibida para la mayoría, que en lugar de buscar una mejoría intelectual, se limitan a hablar de elitismo. Nada más ramplón. Así, cuando el rockero se asume como artista, deja de limitar su quehacer a rocanrolitos monótonos de tres acordes (a los que se puede acudir como recurso si lo exige el tema, pero no como sistema), y busca una mayor experimentación sonora y letrística, como ya hemos señalado repetidamente.
En Bonzo, Jaime López se exige la elipsis máxima, pero con palabras tradicionales, salvo la gran estocada del bonzo. Ya en otras canciones ha tratado el tema del agotamiento de la relación amorosa, como en El seguramente y Las caricias de un extraño. Pero en Bonzo la incomunicación ha llegado al límite, al ridículo, y la indiferencia, la falta de pasión, o más bien, la falta de respuesta ante una mínima pasión silenciosa, permiten esta visión sarcástica, ácida. El ardor interno y callado ha vuelto un bonzo al protagonista, pero también a su mundo de electrodomésticos y bostezos, hasta que todo se incendia, en un ardor que parece satirizar Las metamorfosis de Ovidio, o mejor aún, la de Kafka, pero en un juego doméstico y risible, a nivel simbólico del matrimonio tradicional, insípido y agotado. Todo en tres estrofas juguetonas, pero muy amargas al final, seguramente por la inserción de la palabra “seria”: bonzo, que rompe con las enumeraciones aparentemente cándidas, y que remarca como una bomba la profundidad escondida de la letra. Pese a que lo hemos calificado como su sello, pocas veces en la historia del rock mexicano se ha alcanzado tal manejo de humor y trascendencia al mismo tiempo. La calidad estilística e inteligencia de Jaime López alcanzan aquí su punto más alto.
La música de Bonzo es curiosa, una especie de parodia sutilísima del estilo de guitarra sola arpegiada de la trova y el Canto nuevo, pero incorporando una segunda de adorno al principio, y fundamentada en acordes extraños, como el último, el que cierra la canción, de una disonancia notable (me refiero a la versión del disco 1ª calle de la Soledad, porque la otra, más antigua, de un disco de 45 rpm, es más rápida y con más instrumentos). La elección de este arreglo más simple es atinada, sobre todo si lo pensamos como parte de la totalidad del disco, donde Bonzo actúa como cierre, más calmo y hondo. Además, la voz de López aquí cumple perfectamente su función dual, humorística y profunda, acorde con el contraste que define las estrofas.
Por todo ello, Bonzo no es sólo una muestra del nivel artístico que alcanza el rock mexicano, sino una representación viva del estilo definitorio, idiosincrásico del arte nacional. Y no sólo expone la máxima calidad de Jaime López, sino que se trata de una verdadera obra maestra del ingenio, la originalidad y el dominio de los recursos lingüísticos y poéticos.


- Continuamos pues con el siguiente tema, el cual Jaime jamás volvió a grabar, re-versionar, ni quedo registrado como parte de algún larga duración; una canción peculiar en el catálogo del artista:

MI AMOR NO SIRVE DE NADA

Hay una tierra que entierra a sus vivos y se vive entre muertos.
La misma tierra destierra a sus hijos y se muere entre extraños.
Me quito una mano,
escondo un saludo.
Hay una tierra que aterra, mi amada, mi amor.

Mi amor no sirve de nada, lo vuelvo a guardar.
Después la cartera
me han de robar.

Hay un idioma de ideas idiotas que le enrollan la lengua.
El mismo idioma se entona en el dogma que le lava el cerebro.
Le anuda los nervios,
le afeita el afecto.
No sé qué idioma sofoca, mi amada, mi amor.

Mi amor no sirve de nada, lo vendo, sí, sí.
Las barbas del sabio
voy a escupir.

Hay una mano amasando manías que nos pintan de gris.
La misma mano, maniática, fría, nos catea el veliz.
Nos cobra vivir,
nos hace striptease.
Mano maestra en el desamarnos, mi amor.

Mi amor está devaluado, lo voy a encender:
en armas estoy
contra el poder.

Hay una tierra que entierra a sus vivos y se vive entre muertos.
La misma tierra destierra a sus hijos y se muere entre extraños.
Me quito una mano,
escondo un saludo.
Hay una tierra que aterra, mi amada, mi amor.

Mi amor no sirve de nada, lo vuelvo a guardar.
Después la cartera
me han de volar.


No son comunes las canciones solemnes en Jaime López. Su obra siempre se mueve más por la ironía y los juegos con el lenguaje, sonoros y semánticos. Por ello, Mi amor no sirve de nada es atípica en su obra. Quizá esta vez la emoción no lo permitió, y la necesidad de un desahogo mayor, posiblemente por su momento vital, propició este tono grave, más melancólico. Bueno, por lo que sea, pero esta rola exhala su dolor de manera más directa, más transparente. Pero esta claridad no impide que también se sustente en figuras retóricas atinadas y complejas. Para empezar, una especie de retruécano marca sus dos primeros versos. Más adelante, ensayará juegos cacofónicos, sobre todo aliteraciones (“afeita el afecto”, “mano amasando manías”, “tierra destierra”, “tierra que entierra”, “tierra que aterra”). Así, López demuestra cuánto entiende que, por más emoción que inspire la canción, el trabajo formal profundo es obligatorio en un verdadero artista, y que esto no traiciona de ningún modo esa emoción, seguirá permaneciendo. Mi amor no sirve de nada es claro ejemplo de ello, porque se siente intensamente la amargura del tema, a la vez que se disfrutan los logros estilísticos (cuando se poseen las herramientas analíticas para hacerlo, lo que no es problema del artista). La rola se centra, una vez más, en el contexto cultural nacional, paupérrimo, limitante, en el que el amor está condenado al fracaso, aun si se guarda. En la segunda estrofa Jaime vuelve a su crítica a los medios mentirosos y enajenantes. Los estribillos muestran el proceso dialéctico del sensible ante tal panorama: se pasa de la renuncia, a la lucha nueva (“lo vuelvo a encender: en armas estoy contra el poder”), que volverá a la derrota. Por eso, la primera estrofa se vuelve la última: cierra el círculo infinito del doliente. ¿Por qué del doliente? Porque el indiferente nunca padeció ese proceso dialéctico, mientras el resignado lo exterminó de su vida, como mecanismo de defensa. Sólo el doliente, el sensible, para el que esa resignación e indiferencia no son alcanzables, pasa por ese continuo infierno emocional, sin tregua. Para él, los momentos de desesperación y renuncia sólo serán transitorios, una pequeña y conmovedora fanfarronería de falsa indiferencia, justo porque no corresponde a su verdadera naturaleza. Eso lo explica la frase final: para el sensible no vale guardarse el amor en la cartera: ya se la robarán igual. Como puede verse, los conceptos que encierra la letra, así como su manejo estilístico, no son tan simples como parecen. Que así nos lo parezca es sólo otro de los méritos de Jaime López, producto de su gran manejo de la forma.
La melodía de Mi amor no sirve de nada oscila entre la trova arpegiada y la balada-rock. Lo último se lo da el arreglo, con una guitarra efecteada, quizá eléctrica. El arreglo es un tanto extraño. Jaime utiliza un doblaje de primeras voces; es decir, no en armonía, sino idénticas en su tono, y colocadas en ambos canales en la mezcla, recurso poco habitual (los únicos casos que recuerdo son Amor veloz de Carlos Arellano, pero sólo en el estribillo, y Pequeño Alfredo de Lucerna Diogenis). Este recurso, si se usa con el suficiente cuidado para hacerlo notorio sin saturar, enriquece mucho las canciones, por eso resulta raro que se ocupe tan poco. El resultado es variable, según la entonación y el timbre. Lucerna Diogenis lo usa para sugerir una voz casi infantil, por ejemplo, y Carlos Arellano sólo como refuerzo del estribillo, ampliación de su énfasis. Pero en el caso de Mi amor no sirve de nada, el efecto produce una sensación de profundidad, que apuntala la seriedad del tema. La guitarra, como ya dije, suena más metálica, sin que tenga distorsión. Y lo curioso es que incorpora más adelante un grupo de cuerdas, que suavizan la atmósfera, pero mucho menos de lo que podría suponerse, dado ese timbre en la guitarra (si hubiera sido sólo acústica, estaríamos ante una canción mucho más delicada). Son combinaciones atrevidas, poco habituales. Lo importante es que el resultado final es poderoso, hondo. Y obviamente, original.
De esta manera, Mi amor no sirve de nada es excepcional en varios sentidos, seguramente porque marca el proceso de transición del López de Un viejo amor, todavía muy influido por la trova, a su línea solista rockera. Después ensayaría lo norteño y cumbiero. Pero eso ya es otro tema.

- Arte adicional:
 LP lado A.

LP lado B.

12 comentarios:

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    1. *NUEVOS ENLACES
      FLAC: https://thinfi.com/0cpz7
      HD: https://thinfi.com/0cpz8

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  2. Muchas gracias por el disco y toda la información. Sólo había escuchado la versión contenida en el elepé.

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  3. Estimado Juan,

    Necesito leer la excelente reseña, pero por lo pronto, muchísimas gracias por este disco. Ya me había resignado a oír la versión valiosa, pero no de muy buena calidad, del blog. Peor es nada, como se dice.

    Qué tremenda diferencia! Es otro disco, realmente. Absolutamente excelente, y lo que sorprende es lo formado que está Jaime ya con este sencillo. Claro, había ya pagado su tiempo en las trincheras :)

    He oído el disco ya seis veces, y no me canso. De nuevo, muchísimas gracias por hacer este material disponible.

    Saludos,
    Guille

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    1. Me alegra mucho que lo estés disfrutando amigo. Ando todavía sobre los otros sencillos inconseguibles de Jaime. Pero ya saben que en cuanto los consiga los comparto, ya que igual la calidad de los mp3 que rondan por la red es muy mala. Un saludo y gracias igual por sus comentarios.

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  4. La portada me recuerda a Más o Menos, el desaparecido semanario de Uno Más Uno. Ya llovió... todas las semanas corría a leer "La Vida en el Limbo" y "Denise" de Eko. Es increíble que en México no se aprecie no sólo el gran legado musical, sino el del cómic también. Tengo la edición de algunos de las viñetas de Eko - no es más que una selección, cuando merece un compendio completo - pero no sé si existe alguna colección de "La vida en el limbo".

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  5. tengo creo que todo lo que salio de Denise de Eko en uno mas uno, en algun momento se lo paso a juan y quien quita aparece el material en este blog, un saludo guille

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    1. Hola Anónimo!

      Eso sería fantástico! Yo puedo hacer disponible los escans del libro que salió. Pero como comentaba, no es ni de lejos todo lo que salió.

      Si hay alguna manera apropiada de hacer este material disponible, sería excelente... de nuevo, para impedir que el tiempo y el olvido se los lleve...

      Saludos,
      Guille

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    2. Estoy al pendiente para sus aportaciones en dicha cuestión, ya que honestamente desconozco el material del que hablan pero estoy seguro por sus comentarios que bien valdrá la pena el recatarlo. Un saludo y aquí está mi correo para lo que se ofrezca (juan_pedraza5@hotmail.com).

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  6. Increíble, llevo todo el día gozando con tanta chingonería, los discos se escuchan de poca, muchas gracias por compartir, saludos.

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  7. ¡Muchas gracias! ( ´ ▽ ` )ノ

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